Traducción por Jurgen Hoth.
Cuando se trata de la preservación del ecosistema, los bosques realmente reciben toda nuestra atención. Los humanos plantamos alrededor de dos mil millones de árboles cada año, muchos en un intento de reparar ecosistemas degradados o ayudar a capturar dióxido de carbono de la atmósfera. Si bien plantar las especies de árboles correctos en los lugares correctos puede ayudar a restaurar los ecosistemas y combatir el cambio climático, estos proyectos de plantación de árboles a menudo terminan desplazando a otro ecosistema importante: los pastizales. Alrededor del 26 % de la tierra de la Tierra está cubierta por pastizales, lo que los convierte en los ecosistemas terrestres más grandes, más amenazados y menos protegidos del mundo. Los pastizales nativos son muy importantes como hábitat de muchas especies y para la eliminación del dióxido de carbono de la atmósfera. Almacenan alrededor del 12% de todo el carbono en la tierra y tienen características especiales que les permiten ser sumideros de carbono más efectivos que los bosques en ciertos lugares, pues almacenan el carbono que capturan bajo tierra en el suelo, por lo que queda poco expuesto en forma de follaje. En contraste, los árboles transfieren grandes cantidades de carbono del suelo en sus troncos y follaje. Esta diferencia significa que los incendios forestales pueden hacer que los bosques liberen toneladas de carbono almacenado a la atmósfera, mientras que los pastizales liberan una pequeña parte de sus reservas de carbono cuando se queman.
En los pastizales del centro de México, en lo alto de escarpadas montañas volcánicas, vive una especie de conejo particularmente adorable. Es el segundo conejo más pequeño del mundo, con rasgos fisiológicos y comportamientos diferentes a cualquier otra especie en la Tierra. Comprender su biología, así como los desafíos únicos de protegerlo de la extinción, puede ayudarnos a comprender la importancia de los ecosistemas de pastizales en todo el mundo e informarnos mejor sobre cómo podemos mantener nuestro planeta saludable frente a los desastres climáticos. Considere: el Zacatuche conocido también como Teporingo o Conejo de los Volcanes, con su nombre científico Romerolagus diazi.
¡¡¡OH DIOS MÍO SON TAN LINDOS!!! Cuando la gente en Internet llama a las cosas lindas "frijolitos" (“smol beans” en inglés), estos conejos son de lo que están hablando. Los conejos de los volcanes son bastante pequeños, con un peso máximo de 600 gramos. Son aproximadamente del tamaño de una pelota de fútbol americano y pesan casi lo mismo. Ésta es considerada una especie primitiva, lo que significa que su anatomía no ha cambiado tanto como en otras especies de conejos durante los millones de años que han existido. Como tal, los conejos de los volcanes se parecen más a los conejos precursores del pasado antiguo que a otras especies de conejos en la actualidad. Tienen orejas pequeñas y redondeadas y patas bastante cortas, lo que los hace considerablemente más lentos comparado con otras especies de conejos. Su pelaje mezclado de negro y marrón les proporciona camuflaje al vivir entre los pastizales y suelos volcánicos.
Estos encantadores amiguitos se pueden encontrar a lo largo de una región del centro de México conocida como el Eje Neovolcánico Transversal (el cual sería un gran nombre para una banda de heavy metal). Estos volcanes, en su mayoría extintos, se extienden por gran parte del centro de México y son el hogar de muchas especies que no se pueden encontrar en ningún otro lugar de la Tierra. Más de la mitad de las especies de mamíferos endémicas de México se pueden encontrar en esta región. Los conejos de los volcanes se pueden encontrar en pastizales subalpinos y bosques de pinos dispersos entre 3000 y 3600 metros sobre el nivel del mar. Estos pastizales tienen prolongadas temporadas de crecimiento, con inviernos secos y veranos largos y húmedos. Los conejos de los volcanes están íntimamente ligados a estos pastizales, tanto es así que su nombre en náhuatl, el idioma de los aztecas, es “Zacatuche”, el cual se traduce literalmente como “conejo de los pastizales.”
Los tipos de pastos que crecen más densamente en el territorio de los Zacatuches son los pastos amacollados conocidos como Zacatón. Estos pastos fibrosos crecen en manchones que pueden tener hasta más de 2 m o de altura y son parte principal de la dieta de esta especie, aunque también comen con moderación la corteza de los árboles y cultivos como el maíz y la avena. Además de alimentar a los conejos, el zacatón ayuda a protegerlos de sus numerosos depredadores. Teniendo en cuenta que los conejos de los volcanes son prácticamente pollos rostizados con patas, pues a muchos animales les encantaría comérselos, incluidas las comadrejas, los gatos monteses y los halcones. Pero no puedes atrapar lo que no puedes ver, y los zacatonales funcionan como cortinas ocultándolos. Los conejos de los volcanes se alimentan de las hojas más suaves y tiernas del zacatón, mientras que las hojas más viejas y ásperas le brindan refugio. Al controlar cuidadosamente el crecimiento del zacatón, los conejos de los volcanes crean corredores a través de la hierba que conducen a sus madrigueras, lo que les permite camuflarse y acceder rápidamente a un lugar seguro en caso de que un depredador decida que quiere un poco de conejo al ajillo. Esta ingeniosa solución de ingeniería de ecosistemas compensa la lentitud de los conejos de los volcanes en comparación con otras especies de conejos.
Como muchas especies de conejos, los zacatuches viven en colonias con estrictas jerarquías sociales. Sin embargo, estas colonias son mucho más pequeñas que el promedio y normalmente constan de 2 a 5 individuos (aunque, ¿realmente puedes llamar a 2 conejos una colonia? Tal vez sea por motivos fiscales). Por lo general, una colonia contiene un macho y una hembra dominantes, así como varios individuos subordinados que trabajan juntos para sobrevivir. Los conejos de los volcanes se comunican con un sistema de vocalizaciones que usa con mayor frecuencia para advertir a otros miembros de la colonia sobre la presencia de depredadores. Además de las pikas (especie de conejo de las Rocallosas), los conejos de los volcanes son la única otra especie de conejo en el mundo que vocaliza.
Su temporada de reproducción generalmente ocurre durante los meses cálidos y lluviosos entre mayo y septiembre, aunque pueden reproducirse durante todo el año. En cautiverio, son principalmente las hembras dominantes las que se reproducen. Como muchos animales, los conejos de los volcanes usan glándulas odoríferas ubicadas en la ingle y debajo de la barbilla para señalar su estado reproductivo a sus posibles parejas. Imagina tener un parche de piel debajo de tu barbilla que huela a sexo, e imagina que descubres si tu pareja está dispuesta a la acción oliendo su barbilla. Esto es lo que pasa en el mundo del conejo de los volcanes. Agradece que los humanos tengan la aplicación de citas “Tinder.”
La gestación dura 40 días, después de lo cual las mamás conejas dan a luz entre uno y cuatro gazapos. Una madre Zacatuche normalmente tendrá de cuatro a cinco camadas por año. Si bien eso puede parecer una gran cantidad de bebés en un año, no se compara con los tipos de hazañas de fertilidad que otras especies de conejos. Los conejos de cola blanca del este de EUA, los conejos con los que la mayoría de los estadounidenses están familiarizados, pueden tener hasta una docena de crías por camada y de tres a cuatro camadas por año. Otras especies de conejos silvestres pueden dar a luz hasta 35 gazapos en un solo año, mientras que lo más que puede producir una madre Zacatuche es 20.
Desafortunadamente, los conejos de los volcanes son considerados como una de las especies de conejos en mayor peligro de extinción en el mundo debido a su pequeña distribución la cual cada vez está más reducida, limitada a unos pocos volcanes que rodean la Ciudad de México, una de las áreas metropolitanas más grandes del mundo. Como tal, los Zacatuches enfrentan la fragmentación y destrucción de su hábitat debido a la actividad humana. La fragmentación del hábitat sucede cuando las cercas, caminos o demás construcciones, dividen físicamente el hábitat de una especie. Esto puede resultar en que los individuos de la especie tengan menor acceso a posibles parejas, lo que reduce la diversidad genética de la población. La baja diversidad genética, entonces, puede conducir a que las poblaciones se vuelvan más susceptibles a las enfermedades y, en general, menos capaces de adaptarse a los cambios en su entorno. Hoy en día, los conejos de los volcanes están divididos en 20 fragmentos de pastizales y bosques de pino que ocupan un área total de 335 kilómetros cuadrados, aproximadamente la mitad del tamaño de la ciudad de Nueva York.
Otra amenaza para los conejos de los volcanes es la destrucción del propio pasto zacatón. Muchos pastizales y bosques del centro de México se están convirtiendo en tierras agrícolas para cultivar papas y aguacates. Estos campos agrícolas no sólo desplazan a los pastizales, sino que también utilizan cantidades masivas de productos químicos agrícolas, como pesticidas y fertilizantes sintéticos, que contaminan las áreas y suelos que los rodean. El ganado a menudo también pasta en el territorio de los conejos de los volcanes, y los productores a veces inician incendios intencionalmente para alentar el crecimiento de pasto nuevo y más joven para que sus animales coman. Si bien, los incendios son parte de la dinámica natural de los pastizales de todo el mundo, si ocurren con demasiada frecuencia pueden destruir los pastos que los conejos de los volcanes necesitan para alimentarse y refugiarse.
En otros lugares, gobiernos y ONGs han promovido la siembra de árboles en un intento de capturar carbono de la atmósfera o restaurar el ecosistema. La mayoría de los bosques naturales en el centro de México contienen alrededor de 250 árboles por hectárea, lo que permite un amplio espacio para que crezcan pastos entre ellos. Sin embargo, con frecuencia, los programas de manejo forestal en la región promueven la siembra de árboles a una densidad de más de 2500 por hectárea, al sembrar cada 2 metros, diez veces más densa que la densidad natural. Esto desplaza a los pastos y aumenta la intensidad de los incendios forestales en la región, lo que lleva a una mayor destrucción del hábitat. Esta misma sobre-reforestación de bosques ha ocurrido en todo el mundo. Afortunadamente, los servicios de manejo forestal en países como los Estados Unidos se han dado cuenta del error de sus métodos y ahora se esfuerzan por mantener los bosques en densidades saludables y naturales.
Crédito de imagen: Jürgen Hoth. Ejemplos de los pastizales de zacatón en los que viven los conejos de los volcanes. Tenga en cuenta la escasa cobertura de árboles, con parches ocasionales de coníferas intercaladas con zacatón. Prácticamente puedes imaginarte a Elmer persiguiendo a Bugs Bunny a través de esta vista escénica.
La destrucción de los pastizales del centro de México no sólo impacta al conejo de los volcanes. La Ciudad de México, que se asienta mero en medio del Eje Neovolcánico Transversal, es una de las ciudades más grandes del mundo. Más de 9 millones de personas viven en la ciudad propiamente dicha, y el área metropolitana circundante tiene una población de más de 20 millones. Toda esa gente necesita agua para sobrevivir y cumplir con sus necesidades básicas, pero la Ciudad de México está teniendo una crisis de agua. Mientras que muchas ciudades obtienen su agua de los ríos, lagos o embalses locales, la Ciudad de México utiliza una serie de acuíferos subterráneos. Estos acuíferos se están agotando a un ritmo tan rápido que toda la ciudad se está hundiendo (algunas áreas urbanas hasta un metro cada año) a medida que el suelo debajo de ellos se seca y se comprime. Los ciudadanos de la Ciudad de México y sus alrededores ya tienen que lidiar con la escasez regular de agua, y podría llegar un día en un futuro muy cercano en el que los acuíferos debajo de la ciudad se sequen o se contaminen tanto por el uso intensivo de productos químicos agrícolas que ya no sean potables, dejando a millones de personas sin acceso a agua limpia.
Muchos factores han contribuido a la crisis del agua en la Ciudad de México, desde el exceso de pavimentación hasta la falta de suficiente tratamiento de aguas residuales, pero un factor importante que contribuye es la pérdida de pastizales. No siempre apreciamos la cantidad de agua que pueden requerir los árboles en un día, pero se vuelve evidente cuando miras un lugar como la Ciudad de México. Cada árbol, dependiendo de la especie, puede extraer hasta 150 litros de agua del suelo cada día a medida que la extraen a través de sus raíces y liberan por sus hojas a través del proceso de evapotranspiración. Cada árbol puede representarse como un popote, o pajilla para sorber líquidos, literalmente secando el suelo, y el manejo forestal deficiente ha llevado a que haya 10 veces más árboles en algunas partes del centro de México. Mientras tanto, los pastizales usan mucha menos agua que los bosques densos o las tierras agrícolas, por lo que restaurarlos a su estado natural también ayudará a proteger el suministro de agua decreciente de la Ciudad de México.
En última instancia, proteger al conejo de los volcanes no se trata sólo de proteger al conejo de los volcanes. Estos conejos están tan ligados a sus ecosistemas que lo que protege al conejo protegerá también a los pastizales. Proteger los pastizales, a su vez, ayudará a preservar el suministro de agua de la Ciudad de México y evitará una crisis humanitaria. A los humanos les gusta pensar que estamos fundamentalmente separados de la naturaleza: no vemos ardillas o coyotes usando iPhones o conduciendo autos o bebiendo café, así que obviamente somos diferentes a ellos. Ejemplos como el Zacatuche ayudan a romper esta falsa dicotomía. Todos los seres vivos necesitamos comida, refugio y agua potable, y todas esas cosas dependen de un ecosistema funcional para proporcionarlas. Cuando quemamos el Amazonas, perjudicamos el ciclo del carbono de nuestro planeta, lo que lleva a un aumento del clima severo en todo el mundo. Cuando cubrimos el suelo de nuestras áreas urbanas con concreto, se inundan y se secan debido a la incapacidad del suelo para absorber el agua de lluvia. Los humanos somos naturaleza, y actuar como si no lo fuéramos solo exacerba los problemas existenciales que enfrentamos.
¿Qué podemos entonces hacer para ayudar a proteger al Zacatuche? Para responder a esta pregunta, contacté a Jürgen Hoth, quien ha estado involucrado en la investigación y conservación de los conejos de los volcanes desde la década de 1980. Durante ese tiempo, Jürgen ha trabajado para ayudar a crear conciencia sobre la difícil situación del conejo y la importancia de los ecosistemas de pastizales no sólo en el centro de México, sino en todo el mundo. En el pasado, Jürgen diseñó y ayudó a construir el primer recinto para conejos volcánicos en el Zoológico de Chapultepec en la Ciudad de México, lo que permitió que los conejos se reprodujeran en cautiverio y ayudó a crear conciencia sobre la especie entre la gente de la Ciudad de México. Actualmente, Jürgen está trabajando para fortalecer el trabajo de conservación de las comunidades indígenas mexicanas que viven en la región del conejo de los volcanes. En conjunto con la Comisión de Áreas Protegidas de México (CONANP), Jürgen ha ayudado a construir baños en las montañas para evitar que los desechos humanos contaminen los bosques y los pastizales, y transformarlos en fertilizantes orgánicos para ser utilizados por los pueblos indígenas locales. A través del trabajo de CONANP, todos aportamos, aún con nuestra mierda.
Jürgen ha aprendido mucho escuchando a los pueblos indígenas de América del Norte. Los bosques manejados por pueblos indígenas en los EE. UU. y en México tienden a ser más saludables, con una densidad más natural de árboles y tienen más tierras reservadas para la naturaleza. Además, los pueblos indígenas entienden la importancia del fuego para mantener saludable un ecosistema. Los incendios forestales periódicos pueden ayudar a mantener saludables los ecosistemas de bosques y pastizales, reponiendo el suelo y allanando el camino a su restauración natural. En el Eje Neovolcánico Transversal, de manera natural las quemas de bosques tienden a ocurrir en ciclos de aproximadamente 12 años. Si estos pequeños incendios se detienen, los bosques tienden a crecer demasiado y la hojarasca se acumula, lo que lleva a incendios más grandes, más calientes y más destructivos como los que se han visto en el oeste americano. Al mismo tiempo, los incendios que ocurren con demasiada frecuencia pueden dañar el ecosistema, impidiendo el renuevo de la vegetación que a menudo se produce después de un incendio.
“Si hablas en términos de servicios ecosistémicos, tiene todo sentido aprender de la naturaleza,” dice Jürgen. “Necesitamos aprender a ser humildes y escuchar a los pueblos indígenas, como los que viven aquí o en las reservas en los EE. UU. Necesitamos aprender sobre los ecosistemas a través de las personas que han aprendido viviendo en ese ecosistema. De ahí es de donde debería provenir nuestra información junto con la investigación de primera línea que se está llevando a cabo en este campo”.
En todo el mundo, muchas organizaciones han comenzado a dar a los pastizales el reconocimiento que merecen. En una victoria reciente, un equipo de científicos de todo el mundo, incluidos Jürgen y el gobierno de Mongolia, convencieron a la ONU de designar 2026 como el Año Internacional de los Pastizales y Pueblos Pastores (IYRP, por sus siglas en inglés). Esta iniciativa tiene como objetivo llamar la atención sobre la importancia de la conservación de los pastizales en todo el mundo, con un énfasis especial en cómo los pueblos indígenas pastores pueden ayudar a proteger estos ecosistemas. Más de 102 países en todo el mundo apoyan al IYRP, y las organizaciones de todo el mundo esperan aprovechar la oportunidad para recaudar fondos para el trabajo de conservación y dirigir las políticas hacia un uso más sostenible de la tierra. Haga clic aquí para obtener más información sobre el IYRP.
El conejo de los volcanes es una criatura fascinante y adorable, pero es mucho más que eso. Al comprender la relación íntima del Zacatuche con su entorno de pastizales, podemos aprender más sobre cómo proteger los ecosistemas en todo el mundo, desde México hasta Mongolia. Nos guste o no, la difícil situación de los pastizales enfatiza la dependencia de los humanos hacia la naturaleza. A través de una gestión más responsable de nuestros bosques y pastizales, y al comprender que no toda la naturaleza necesita ser bosques, podemos proteger no sólo al conejo de los volcanes, sino también a los animales de todo el mundo, incluidos a los humanos.
Además, ¿quién puede decirle que no a estas orejitas tan lindas?
Quiero agradecer especialmente a Jürgen Hoth por ayudarme con la investigación y la verificación de la información para este artículo, así como la traducción y permitirme usar sus hermosas fotografías.
Fuentes y más información:
Hoth, J. and H. Granados, 1987 A Preliminary Report on the Breeding of the Volcano Rabbit (Romerolagus diazi) at the Chapultepec Zoo, Mexico City. International Zoo Yearbook. 26:261-265.
Hoth, J., et al., 1987. Volcano Rabbit- a Shrinking Distribution and a Threatened Habitat. Oryx. IUCN. 21 (2): 85-91.
Hunter et al., 2014. "Factors affecting the distribution and abundance of the Endangered volcano rabbit Romerolagus diazi on the Iztaccihuatl volcano, Mexico". Oryx.
Osuna, F., et al., 2020. Phylogeography of the Volcano Rabbit (Romerolagus diazi): the Evolutionary History of a Mountain Specialist Molded by the Climatic-Volcanism Interaction in the Central Mexican Highlands. Journal of Mammalian Evolution, 1-13. Published online 18 January, 2020
National Geographic Photo Ark
The Zoological Society of London: EDGE of Existence Program Survival Blueprint.
La Crisis del Agua de la Ciudad de México:
Recursos de Vídeo:
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